Ya todos saben de la elección del
papa Francisco, el nuevo obispo de Roma y líder de la Iglesia Católica y
Romana. Muchos me han preguntado acerca de mi conocimiento del actual pontífice. Confieso
que realmente no lo conozco como conocía a Joseph Ratzinger en el 2005. Pero si
me preguntan sobre Francisco, les diré que me gusta lo que veo. Parece sincero.
Parece sencillo. Parece que tiene carácter moral--atributos que le van nada mal
a un pastor espiritual.
Si me piden más detalles,
indicaré que su primera homilía se destaca por su sencillez y su fuerza.
(Anoche sólo estaba disponible en italiano.) Es una llamada a tres tareas
necesarias para el pueblo de Dios, particularmente para los clérigos. Primero,
hay que caminar. Dios llamó a Abrahán a caminar y confiar en él. Nos llama también
a caminar en su presencia con vidas dedicadas a la santidad. Segundo, hay que
construir o edificar. El Nuevo Testamento enseña que Dios está construyendo su
nuevo Templo con piedras vivas sobre el fundamento de Jesucristo. Los pastores
también deben de edificar a la gente con la espiritualidad y la compasión de
Cristo. Tercero, hay que confesar a Cristo crucificado. Uno puede ser cualquier
cosa--incluso papa-- pero si no confiesa a Cristo, y a él crucificado, no es un
discípulo del Señor.
Me da la impresión de ser un
programa de gobierno, un plan de acción. La tarea a que Francisco insta la
Iglesia es la tarea principal del Evangelio. Es predicar a Cristo en palabra y
obra. Que Dios le conceda la gracia para realizarla.
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