
El viernes murió el esposo de una feligrés. Me llamaron cuando estaba en sus últimos momentos, traté de ir lo más pronto posible, pero cuando llegué ya había pasado a la otra vida. Pude orar con la familia y acompañarla en el hospital un rato. Debo decir que siempre es un privilegio confortar a una familia en tiempos difíciles, especialmente en momentos de duelo.
Por otro lado, el domingo experimenté algo inspirador para cualquier pastor. Durante la clase de confirmación, cuando todos se veían aburridos y cansandos--quizás más listos que nada para ver el famoso SuperBowl--recibí el siguiente comentario--"Nunca quise confirmarme. No lo deseaba, pero cuando llegué a esta iglesia y escuché las homilías decidí buscar más las cosas de Dios..." Para mí es muestra de que Dios actúa a través del ministerio parroquial. Significa que lo de día a día y semana a semana vale la pena y por eso doy gracias a Dios.
Lo que tengáis que hacer hacedlo de corazón, como sirviendo al Señor y no a hombres, convencidos de que del Señor recibiréis como recompensa la herencia. Servid, pues, al Señor, el Mesías. (Colosenses 3:23-24)
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