martes, 15 de mayo de 2018

Reflexión Bíblica para la Séptima Semana de Pascua (Domingo de Ascensión)

Hasta hace pocos años la Iglesia separaba el tiempo entre la Ascensión y el Día de Pentecostés de la temporada pascual, creando así la “estación de Ascensión”. Marcaba una diferencia de tono al acordarse de esos días en que la Iglesia apostólica se reunía en oración y expectativa de la venida del Espíritu Santo. Durante este periodo litúrgico los cristianos de siglos anteriores también reflexionaban mucho sobre uno de los papeles principales de Cristo: Mediador e Intercesor.

Christus, Thorvaldsen, 1821
El texto de Juan 17 leído este domingo revela que Jesús anticipa su rol de intercesor antes de la Ascensión. Jesús ofrece al Padre su “Oración Sacerdotal” en la noche antes de su muerte, pidiéndole que santifique y custodie a sus discípulos. Suplica para seamos consagrados en la verdad de su palabra porque la palabra de Dios es la verdad.

Juan no es el único que nos enseña sobre este aspecto del ministerio de Cristo: La primera mitad de la carta a los Hebreos parece ser una meditación extendida sobre Cristo Sumo Sacerdote e Intercesor en el santuario celestial, en el cual con gritos y súplicas está delante del trono del Padre intercediendo a favor del pueblo de Dios. San Pablo también nos recuerda que Cristo es “el único mediador entre Dios y los hombres”.

A veces por concentrarnos tanto en su papel de Juez y por las desviaciones de la religiosidad popular, que a menudo quiere proponernos otros mediadores, perdemos de vista que en todo momento Cristo nuestro Abogado está intercediendo al Padre por nosotros para que recibamos la plenitud de vida.

Las lecturas para el Séptimo Domingo de Pascua (2018) son Hechos 1:15-17,21-26; Salmo 1; 1 Juan 5:9-13; San Juan 17:6-19.

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