lunes, 12 de junio de 2017

Reflexión Bíblica sobre la Santísima Trinidad


¡Bendito sea el reino del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos Amén! (Liturgia de San Juan Crisóstomo).
El Domingo de la Santísima Trinidad es el único domingo del año litúrgico expresamente dedicado a un dogma. Dogmas son enseñanzas que la Iglesia cristiana ha identificado como esenciales para los fieles. Para los anglicanos y episcopales los dogmas de la fe se encuentran en los tres Credos de los antiguos concilios de la cristiandad: el Credo de los Apóstoles, el Credo Niceno y el Credo de San Atanasio.  En su conjunto los Credos forman una síntesis de las Sagradas Escrituras. La clave para entender los Credos es saber que cuando negamos sus enseñanzas distorsionamos  el mensaje bíblico.  
En el caso de la Santísima Trinidad, la Iglesia no enseña que podemos entender los misterios de la esencia divina, ni cómo es que Dios sea Uno y Tres a la vez.  Lo que la Iglesia enseña se plantea con el principio bíblico que Dios se revela a través de sus obras en la creación, en la redención del mundo y en la santificación de su pueblo elegido.  Directamente de Jesucristo recibimos el testimonio sobre el Padre que lo envió y el Espíritu Santo que nos prometió y en él vemos la gran muestra de su amor hacia nosotros. Por tanto, proclamar el dogma de la Santísima Trinidad se trata más de ser fiel a la enseñanza de Cristo que cualquier especulación filosófica o teológica.
Las lecturas para el Domingo de la Santísima Trinidad son Génesis 1:1-2:4ª; Salmo 8 o el Cántico de Alabaza; 2 Corintios 13:11-13; San Mateo 28:16-20.
      

No hay comentarios:

Publicar un comentario