jueves, 29 de junio de 2017

Los Santos Apóstoles Pedro y Pablo


Hoy celebramos la Fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con ellos la apostolicidad de la Iglesia, pues al leer los Hechos de los Apóstoles cualquiera descubre que estos dos apóstoles eran—y por sus contribuciones al Nuevo Testamento todavía son—los pilares principales de la naciente Iglesia cristiana. Poco a poco, el libro de Hechos va enfocándose más y más en las obras de Pedro y Pablo, dejando a un lado los otros apóstoles y culminado con la llegada de Pablo a Roma.  Aunque Hechos no cuenta de sus martirios, las tradiciones más antiguas y confiables vinculan la muerte de los dos a la ciudad imperial durante el reinado de Nerón (circa 64-67 d.C.) y desde el primer siglo la tradición eclesiástica siempre los ha conmemorado juntos.    
Dios omnipotente, cuyos benditos apóstoles Pedro y Pablo te glorificaron con su martirio: Concede que tu Iglesia,instruida por su enseñanza y ejemplo, y entrelazada enunidad por tu Espíritu, permanezca siempre firme sobre el único cimiento, que es Jesucristo nuestro Señor; que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén. (LOC 158)




Las Lecturas para San Pedro y San Pablo son Ezequiel 34:11-16; Salmo 87; 2 Timoteo 4:1-8; San Juan 21:15-19.

martes, 27 de junio de 2017

Reflexión Bíblica para la Tercera Semana después de Pentecostés (2017)


¿Seguimos pecando para que la gracia abunde? ¡Claro que no! (Romanos 6:1b-2a)
¿Son la paz con Dios y la reconciliación por medio de Cristo motivos para vivir como enemigos del Señor? La repuesta sencilla es “No”. Sin embargo, muchísimas veces es lo que hacemos al seguir con las mismas actitudes y los mismos comportamientos que nos habían alejado de Dios, es decir que seguimos pecando, seguimos viviendo como si Dios fuera nuestro enemigo y sin razón. Cristo nos liberó del poder del pecado con su muerte y nosotros estamos unidos con él a través del bautismo que nos hace partícipes de su victoria. Por tanto, ya no tenemos excusa para vivir como sus enemigos, pues somos miembros de su cuerpo. Lo que sí Cristo nos llama a hacer es responder a su gracia con amarlo sobre todo, incluso sobre los amores legítimos, y  a seguirlo a diario aunque el camino sea largo y difícil.

 Las Lecturas para el Tercer Domingo después de Pentecostés son  Jeremías 20:7-13; Salmo 69:8-11(12-17)18-20; Romanos 6:1b-11; San Mateo 24:39.      

martes, 20 de junio de 2017

Reflexión Bíblica para la Segunda Semana después de Pentecostés (2017)


Con este domingo ya entramos en la gran temporada “verde” del año litúrgico y las lecturas nos inspiran a reflexionar sobre cómo Dios actúa libremente a favor de su pueblo. La lectura de Éxodo cuenta cómo el SEÑOR mandó a Moisés a recordar al pueblo de Dios que fue por iniciativa propia que les liberó de las manos de los egipcios, que fue un acto de su gracia y amor hacia ellos. Lo  que Dios desea entonces  es que el pueblo responda a ese amor con fidelidad a su alianza. La epístola a los Romanos nos indica que la paz de Dios ya se ha establecido entre él y la humanidad, que ya no hay enemistad entre Dios y su pueblo, porque en el amor y la gracia de Dios su Hijo sirvió de mediador, reconciliándonos con Dios a través de su muerte y resurrección.  Dios mismo ha proveído todo lo que necesitamos para vivir eternamente con él y ya no tenemos que ir arriba y abajo para encontrar la paz, sólo a Cristo.  En el Evangelio del día, Cristo instruye a los apóstoles a servir con fidelidad y a compartir la paz de Dios libremente con todos los que lo quieren recibir.


Las Lecturas para el Propio 06 son Éxodo 19:2-8ª ó Génesis 18:1-5 (21:1-7); Salmo 100 ó Salmo 116:1,10-17; Romanos 5:1-11; San Mateo 9:35-10:8(9-23).

lunes, 12 de junio de 2017

Reflexión Bíblica sobre la Santísima Trinidad


¡Bendito sea el reino del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos Amén! (Liturgia de San Juan Crisóstomo).
El Domingo de la Santísima Trinidad es el único domingo del año litúrgico expresamente dedicado a un dogma. Dogmas son enseñanzas que la Iglesia cristiana ha identificado como esenciales para los fieles. Para los anglicanos y episcopales los dogmas de la fe se encuentran en los tres Credos de los antiguos concilios de la cristiandad: el Credo de los Apóstoles, el Credo Niceno y el Credo de San Atanasio.  En su conjunto los Credos forman una síntesis de las Sagradas Escrituras. La clave para entender los Credos es saber que cuando negamos sus enseñanzas distorsionamos  el mensaje bíblico.  
En el caso de la Santísima Trinidad, la Iglesia no enseña que podemos entender los misterios de la esencia divina, ni cómo es que Dios sea Uno y Tres a la vez.  Lo que la Iglesia enseña se plantea con el principio bíblico que Dios se revela a través de sus obras en la creación, en la redención del mundo y en la santificación de su pueblo elegido.  Directamente de Jesucristo recibimos el testimonio sobre el Padre que lo envió y el Espíritu Santo que nos prometió y en él vemos la gran muestra de su amor hacia nosotros. Por tanto, proclamar el dogma de la Santísima Trinidad se trata más de ser fiel a la enseñanza de Cristo que cualquier especulación filosófica o teológica.
Las lecturas para el Domingo de la Santísima Trinidad son Génesis 1:1-2:4ª; Salmo 8 o el Cántico de Alabaza; 2 Corintios 13:11-13; San Mateo 28:16-20.
      

jueves, 8 de junio de 2017

¿Qué quiere decir Paraklētos? o el Espíritu Santo en el Cuarto Evangelio

Esta semana de Pentecostés brinda la oportunidad para compartir uno de los temas en que estoy trabajando para la educación continua. Es el tema de la traducción de “Paraklētos” en el Evangelio según San Juan (14:16, 14:26, 15:26, 16:7).
 ¿Qué quiere decir Paraklētos? Ésta es una de las preguntas más importantes que tenemos a la hora de interpretar el Cuarto Evangelio.  
En un contexto cotidiano sabemos que la palabra Paraklētos se trata de un abogado legal, pues su uso seglar prácticamente se limita a contextos forenses.  Sin embargo el Evangelio de San Juan no es un contexto normal y ninguna traducción bíblica al español de las que conozco usa “abogado”.  Algunos traductores prefieren la palabra “Defensor” que, a pesar de venir del mismo ámbito judicial, suena mejor en el contexto religioso.  El problema con estas traducciones es que aunque algunos estudiosos argumentan que el Evangelio está construido como un caso legal con motivos forenses, las situaciones en que Jesús  lo menciona no son las instancias precisamente judiciales. 
Otra opción es traducir Paraklētos como lo hacen algunas versiones bíblicas que dicen “el Consolador”.  Los intérpretes con esta traducción quieren priorizar la parte emotiva del discurso que Jesús pronuncia antes de ser arrestado (especialmente 14:16).  También tiene la ventaja de reflejar uno de los sentidos de un concepto del mismo campo semántico; es el concepto de “paraklēsis” que incluye aspectos de consolación y exhortación.  Aquí el problema es que tampoco expresa en español todo lo que el evangelista quiere expresar con su terminología, pues excluye los aspectos forenses.  Sinónimos como “Consuelo”, “Protector” y “Valedor” sufren la misma limitación.
Los intérpretes que han intentado encontrar un vocablo original en arameo han descubierto que el extranjerismo Paraklētos ya había entrado directamente al hebreo rabínico y al arameo popular en la época de Jesús, peor aún si lo usó como un nombre propio. Es decir que no nos ayuda mucho para entender exactamente qué quiso decir.   
¿Qué hacemos entonces? Lo que podemos hacer es lo que hace la Biblia de Jerusalén y algunas traducciones más formales y transliterar el griego Paraklētos al castellano “Paráclito” y usarlo  como un nombre propio y personal del Espíritu Santo. Sí, tendremos que seguir explicando en cada pasaje que aquí parece más Abogado y allí parece más Consolador. En todo caso, Jesús mismo nos asegura que este Paráclito es el Espíritu de Verdad que nos guiará a toda verdad (Jn 14:26).  
    

martes, 6 de junio de 2017

Reflexión Bíblica para la Semana de Pentecostés


Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban,  y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos.  Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran. (Hechos 2:1-4)

Pentecostés significa “50” pues se celebra esta festividad en el día cincuenta después de la Pascua de Resurrección y aunque ya existía como una celebración judía en los tiempos del Nuevo Testamento, recibió otro significado para los cristianos por los acontecimientos contados en los Hechos de los Apóstoles.  Este libro nos cuenta que los discípulos estaban juntos con María y otros seguidores de Jesús cuando llegó el Espíritu Santo que les capacitó para dar testimonio de la Resurrección. El apóstol Pedro explicó que todo sucedió en cumplimiento de la Palabra de Dios y que Dios estaba llamando todos al arrepentimiento, al bautismo y a la nueva vida en Cristo. Tres mil personas se sumaron al Iglesia en un solo día por la predicación eficaz de los apóstoles.

Este don que se recibió en el Día de Pentecostés hace dos mil años permanece con la Iglesia cristiana hasta el día de hoy. Todos los que tenemos fe y somos bautizados tenemos una participación en este gran patrimonio, pues somos hijos adoptivos del Padre y coherederos con Cristo quien prometió que el Espíritu Santo moraría con los suyos hasta su regreso.  Este mismo Espíritu permaneciendo en la Iglesia nos capacita hoy para proclamar las Buenas Noticias que Cristo vive y está llamando a todos a la salvación en su Nombre.
Las lecturas para el Día de Pentecostés fueron: Hechos 2:1-21; Salmo 104:25-35,37; 1 Corintios 12:3b-13; San Juan 20:19-23.     
OH Dios, que como en un tiempo como éste instruíste los corazones de tus fieles, enviándoles la luz de tu Espíritu Santo; Concédenos por medio del mismo Espíritu un juicio acertado en todo, y el gozo constante en su santo consuelo; por los méritos de Cristo Jesús nuestro Salvador, que vive y reina, en unidad contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.