miércoles, 24 de febrero de 2016

Teléfonos y ovejas

Teléfonos  y ovejas
Un aspecto notorio del ministerio sacerdotal es el fluctuante nivel de actividad. Por tiempos todo está tranquilo. Incluso a veces  se puede aburrir de la monotonía de las rutinas semanales. Nadie llama. Nadie visita a la iglesia durante todo un día. Todo queda silencioso. Y ¡Puf! Ya todo cambia. El teléfono suena y suena toda la mañana.  Tres, cuatro o más personas llegan a la oficina. La iglesia se convierte en una pequeña versión de Times Square y no hay tiempo para aburrirse. ¡Gracias a Dios!  Mientras tanto, todo en lo estaba pesando sigue con su percolación mental, pues tras las visitas y llamadas pienso en el tema que estoy preparando para un retiro que viene—ovejas.  
¡Buenas noticias!--Acabamos de sobrepasar 5000 visitas a "El Cura de Dos Mundos".

jueves, 18 de febrero de 2016

Sobre la tentación


Sobre la tentación
En Norteamérica la gente habla de la tentación de comer chocolate. La idea es que comerse un dulce o un pastel es bueno.   ¿Quién quiere privarse de lo bueno?  Entonces, nuestro discurso sobre la tentación resulta ser más broma que tema serio. Y la verdad es que me parece que ya no sabemos qué pensar sobre la tentación.  Bromeamos porque no sabemos hablar en serio. No sabemos reconocer la tentación en nuestras vidas y mucho menos nos preparamos para enfrentarla.  (De hecho no me acuerdo de escuchar sermones o recibir alguna catequesis sobre la tentación en mis años formativos.)  El resultado es que cuando la tentación se presenta delante de nuestros ojos, no nos damos cuenta.  Si no nos damos cuenta ¿cómo vamos a resistir?
La tentación viene de muchas formas. Siempre se nos puede ocurrir violar alguno de los mandamientos de la segunda tabla de la Ley—Honra a tu padre y a tu madre, no asesinarás, no robarás, no cometerás adulterio, no codiciarás. Todos sabemos que debemos portarnos bien porque queremos que los demás se porten bien con nosotros. Pero más graves son las tentaciones contra la primera tabla de la Ley.  Hoy día parece que estamos tentados como nunca a violar estos mandamientos que fundamentan la primacía de Dios en nuestra vida.  He aquí la raíz de todo pecado, pues todos los pecados se derivan de no darle a Dios el primer lugar. Todos nuestros pecados por lo tanto son una clase de la idolatría y tienen su base en nuestro orgullo (sea personal o del grupo). Eso es lo que debemos resistir con ganas y es fácil rendirse.
El problema es darse cuenta de esta tentación. Parece obvio pero siempre estamos dispuestos a  poner  a cualquier cosa en el lugar de Dios. Es lo más fácil:  Sólo es por un rato. Mañana oro. Mañana leo la Biblia. Cuando tengo más tiempo voy a congregarme. Hoy hace frío. Hoy calor, etcétera, etcétera.  Pero Dios nos llama ahora porque hoy es el día de salvación (Isaías 48:9; 2 Corintios 6:2).  Hoy nos llama a seguir a Jesucristo. Hoy nos llama a llevar nuestra cruz. Hoy nos llama a amar a Dios sobre todas las cosas. Pues, de mañana no tenemos garantías.
Que esta cuaresma nos sirva para resistir la tentación de poner para mañana lo que Dios nos pide hoy.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Miércoles de Ceniza

Hoy empieza la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza que es un día particular en que se realiza la imposición de cenizas en señal del arrepentimiento por el pecado. Para los anglicanos es uno de los dos días establecidos como días de ayuno en el Libro de Oración Común. (El otro es el Viernes Santo.)
A veces se pregunta sobre qué es el ayuno. Normalmente, ayunar sencillamente es no comer desde el amanecer hasta acostarse para dormir. Para los que estamos acostumbrados a comer demasiado se vuelve una tarea un poco difícil y se recomienda mucha agua. En algunas comunidades cristianas el ayuno se limita a ciertas horas del día (por ejemplo entre las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde en honor a las horas en que Cristo padeció en la Cruz.) En otras, pues sugieren sólo el comer poco y limitarse a las verduras. Tampoco se exige el ayuno de los niños, los enfermos, o los ancianos. También los cristianos chinos están exentos del ayuno cuando la fecha del Miércoles de Ceniza se concuerda con la del Nuevo Año Chino, como el año pasado. 
Como es de esperarse, las lecturas bíblicas de hoy dan instrucciones para el ayuno que agrada a Dios. El profeta Isaías (58) anuncia que el Señor desea que ayunemos de la injustica más que de cualquier otra cosa y que dejemos de oprimir y de engañar a los demás.  Jesucristo (Mateo 6)  enseña que ayunar para que nos sentamos bien o para que la gente nos diga lo bueno que somos tampoco sirve. Note que el Señor no menosprecia el ayuno; sólo exige que sea parte de una vida que busque servir a Dios y al prójimo.

Entonces clamarás, y el Señor te responderá, pedirás socorro, y dirá: «Aquí estoy.» Si apartas de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas maldad, repartes al hambriento tu pan, y al alma afligida dejas saciada, resplandecerá en las tinieblas tu luz, y lo oscuro de ti será como mediodía. Te guiará el Señor de continuo, hartará en los sequedales tu alma, dará vigor a tus huesos, y serás como huerto regado, o como manantial cuyas aguas nunca faltan. (Isaías 58:9-11)Una versión anterior de este post se publicó en "El Cura de Dos Mundos" (18/02/2015). 

martes, 2 de febrero de 2016

La Presentación del Señor y un Canto Judío


He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de mí, y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el Angel de la alianza, que vosotros deseáis, he aquí que viene, dice Yahveh Sebaot.(Malaquías 3:1)

La Fiesta de la Presentación de Cristo en el Templo, o de la Purificación de la Virgen, es la misma fiesta de la Candelaria. Es la celebración de la luz de Dios y por tanto en la edad media (si no antes) se desarrolló la costumbre de bendecir las velas para usar en las iglesias en este día.  Este simbolismo comunica bien que Cristo es la luz verdadera que con su llegada iluminó al pueblo fiel y al mundo entero, tal como explica el anciano profeta Simeón:
Ahora despides, Señor,  a tu siervo, conforme a tu palabra en paz porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has aparejado en presencia de todos los pueblos; luz para ser revelada a los Gentiles y la gloria de tu pueblo Israel. (San Lucas 2:29-32)
La esperanza de Simeón al recibir el Santo Niño es sus brazos fue semejante a la esperanza expresada en el himno judío para el Janucá que se llama Ma’oz Tzur Yeshu’ati, “Mi refugio, mi roca de la Salvación”. (Doy gracias al amigo que me lo mostró esta mañana.) El canto cuenta cómo Dios había liberado al pueblo fiel en varias ocasiones y cómo todavía esperaba por la salvación definitiva.

Mi refugio, mi roca de salvación, es agradable cantar tus alabanzas.
Que se restaure nuestra casa de oración y te ofrecemos gracias.
Cuando hayas destruido el enemigo ladrante,
Entonces celebraremos con cantos salmos la dedicación de tu altar.

Mi alma se llenó de miseria y se gastó mi fuerza por el dolor.
Me amargaron la vida con dificultad cuando me esclavizaron en Egipto.

Pero Dios con brazo poderoso sacó a su pueblo atesorado
Mientras el ejército del faraón se hundió  como una piedra al mar.

Oh muéstranos tu santo brazo y apresura el tiempo de nuestra salvación.
Toma venganza de la nación malvada en favor de tus siervos fieles.
Pues nuestro rescate se demora mucho y días crueles se ven interminables.
Arroja el enemigo a las sombras y levanta para nosotros los pastores prometidos.



Para nosotros los cristianos es interesante ver la manera  en que el nombre de Jesús (Yeshua) refleja muy bien su misión de redimir al mundo, pues él es nuestra luz y nuestra salvación. Cristo es el que viene a rescatar a Israel. Es Cristo el que eliminó el nombre del enemigo con su muerte en la cruz y que libera de la sombra de muerte a los que confíamos en él. Él es el pastor definitivo de su pueblo y el salvador de todas las naciones.   

OMNIPOTENTE y Eterno Dios, humildemente suplicamos a tu Majestad, que, como tu unigénito Hijo fué en un tiempo como éste presentado en el templo en la substancia de nuestra carne, así seamos presentados a ti con corazones puros y limpios; por el mismo tu Hijo Jesucristo nuestro Señor. Amén.