jueves, 25 de junio de 2015

La autoridad de la Convención General


William White,
Primer Obispo Presidente
de la Iglesia Episcopal
Hoy empieza la Convención General, la augusta reunión trienal de la legislatura más grande del mundo, que gobierna la vida común de las 109 diócesis de la Iglesia Episcopal. Como es de imaginarse, para los episcopales es un evento muy importante. 

La Convención, siendo una legislatura bicameral con representación de los obispos y de los otros clérigos y laicos de toda la iglesia, goza de mucho prestigio aunque su autoridad no es absoluta. No es un Concilio General y sus oficiales no son infalibles. Su autoridad se limita por la Constitución de la Iglesia Episcopal, por el Libro de Oración Común, por la Fe y el Orden históricos de la misma iglesia y por las Sagradas Escrituras que son Palabra de Dios.

Según la Constitución de la Iglesia Episcopal, la Convención General tiene la autoridad para establecer los cánones y cortes eclesiásticas, puede nombrar a sus propios oficiales (entre ellos el Obispo Presidente), puede autorizar enmiendas al leccionario y autorizar el uso temporal de revisiones propuestas al Libro de Oración.  Puede nombrar comités y designar fondos para su presupuesto.  Puede publicar su opinión sobre los temas del día en resoluciones y declaraciones. Sobre varias Convenciones puede enmendar a la Constitución, al Calendario litúrgico y al Libro de Oración Común.

Sin embargo hay cosas que no puede hacer, aunque quiera. Puede crear un territorio misionero, pero no una diócesis. (Las Diócesis se forman y después piden admisión a la Convención.)  No puede cambiar o superar a la Constitución de ninguna diócesis particular. (Le toca a cada diócesis en su convención o concilio particular.)  No puede autorizar oficios que no sean propuestas reformas al Libro de Oración Común. (Dentro de ciertos límites, el obispo de cada diócesis puede autorizar oficios para ocasiones no incluidas en el Libro de Oración Común.)   No puede legislar de manera contraria a la Constitución de la Iglesia. (Tiene que esperar por una enmienda.) No puede declarar doctrinas mandatarias que contradigan a las Sagradas Escrituras. (La Fe y el Orden recibidos por esta Iglesia y enumerados en el Libro de Oración Común específicamente niegan tal autoridad a sus ministros.)  

Finalmente, no sólo es importante que los episcopales reconozcamos los límites de la Convención General, sino que también oremos por los obispos y diputados de las varias diócesis durante el proceso legislativo.

La Iglesia Episcopal Protestante en los Estados Unidos de América, conocida también como la Iglesia Episcopal (nombre que mediante el presente se reconoce para nombrar la Iglesia), es miembro constituyente de la Comunión Anglicana, una Comunidad dentro de la Iglesia Única, Santa, Católica y Apostólica, compuesta por aquellas Diócesis, Provincias e Iglesias regionales debidamente constituidas, en comunión con la Sede de Cantórbery, que sostienen y propagan la Fe y el Orden históricos dispuestos en el Libro de Oración Común. Esta Constitución, adoptada en Convención General en Filadelfia, en octubre de 1789 y enmendada en Convenciones Generales posteriores, dispone los artículos básicos para el gobierno de esta Iglesia y de sus jurisdicciones misioneras en el extranjero. —Preámbulo a la Constitución de la Iglesia Episcopal.

martes, 23 de junio de 2015

Oremos por la Convención General


Gc Logo15 Color
Add caption
Este jueves comienza la Convención General de la Iglesia Episcopal.  Llegarán representantes de las más de cien diócesis de los Estados Unidos y de los territorios misioneros, amigos de las iglesias compañeras de la Comunión Anglicana y vendedores de todo tipo de producto eclesiástico a Salt Lake City en el estado de Utah por una sesión del cuerpo legislativo que gobierna a nuestra iglesia.  Por tanto es una ocasión que amerita nuestra oración.
Las siguientes oraciones están tomadas del Libro de Oración Común de la Iglesia Episcopal y pueden servir como modelos para nuestras propias intercesiones.

Padre todopoderoso y eterno, tú nos has dado el Espíritu Santo para morar con nosotros por siempre: Bendice, te rogamos, con su gracia y presencia a los obispos, los otros clérigos y los laicos que estarán reunidos en tu Nombre, a fin de que tu Iglesia, preservada en la verdadera fe y santa disciplina, lleve a cabo todo lo que tuvo en mente aquél que la amó y se entregó por ella, tu Hijo Jesucristo nuestro Salvador, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, uno solo Dios, ahora y por siempre. Amén. (Por una Convención de la Iglesia, LOC 173)

Padre bondadoso, te rogamos por tu Santa Iglesia Católica. Llénala de toda verdad, en toda verdad, con toda paz. Donde esté corrompida, purifícala; donde esté en error, dirígela; donde se haya extraviada, refórmala. En lo que sea justa, fortalécela; de cuanto carezca, provéela; y donde esté dividida, reúnela; por amor de Jesucristo tu Hijo nuestro Salvador. Amén. (Por Iglesia, LOC 706)

lunes, 15 de junio de 2015

¿Qué dijo Hooker? o El mito de la banca de tres patas


¿Qué dijo Hooker? o El mito de la banca de tres patas

Suele decirse que el loable teólogo Richard Hooker (pronunicado Júquer) describió el fundamento de la teología anglicana como una banca con tres patas iguales y equilibradas: La Biblia, la Tradición y la Razón. Es una imagen supuestamente en contraste al binomio católico romano de Biblia y Tradición y el principio protestante de sola scriptura, de sola la Biblia.  

Desafortunadamente, nuestra banca es solo un mito, una leyenda teológica, que como toda leyenda crece y florece más y más cada vez que se cuenta.  Y cada vez que se cuenta se va más lejos de su origen y por consecuencia más lejos de la verdad.  El error patente  de esta construcción conceptual no es decir que nuestra teología se informe por las Escrituras, la tradición y la razón, sino  es plantear a la Biblia, a la tradición y a la razón como tres fuentes iguales e independientes. Hooker, “el hombre de buen juicio,” se asombraría por tal idea.

Hooker escribió De las leyes del gobierno eclesiástico para contradecir a los que abogaban por una Iglesia (según ellos) más reformada en la dirección de las congregaciones suizas que conocieron en el exilio de la reina María, especialmente sobre los temas del episcopado y de los ritos y costumbres eclesiásticos. Como todos los reformados de su época Hooker insistía en que las Sagradas Escrituras son la fuente principal y reguladora de la Iglesia y que la Iglesia y sus ministros no deben de enseñar ni hacer nada que contradiga a las mismas.  Si las tradiciones están en conflicto con lo que dicen las Escrituras, las Escrituras tienen prioridad. Si los sistemas filosóficos razonan de manera contraria a la revelación divina, como en el caso de la aparente eternidad del cosmos, gana la revelación que enseña la creación del universo por Dios. Pero había una serie de cosas no muy claras en el Nuevo Testamento: el vestuario del clero, el tipo de música en el culto, las estructuras organizacionales de la Iglesia en cada lugar. Había quienes que trataban de decir que si algo no estaba estipulado en la Biblia por detalles, no había de hacerse. Hooker no estaba de acuerdo. La Iglesia tiene autoridad—dentro de los límites de la Biblia—para autorizar y establecer sus ritos y costumbres y que debería seguir el buen ejemplo de las generaciones previas de cristianos cuando no había buen motivo de abandonar estas costumbres.  

Entonces éste es el contexto en que escribió Hooker.  Él mismo nos describe cuál era su método teológico que es el mismo de los anglicanos fieles a su tradición: Sea en cosa de un tipo u otro, a lo que la Escritura nos transmite claramente, a eso en primer lugar se debe fe y obediencia. Luego, la fe y obediencia se deben a lo que cualquiera puede concluir (de las Escrituras) por la fuerza de la razón (la lógica); después de esto, sigue la Iglesia, con lo que por su  autoridad eclesiástica piense y defina como verdadero o bueno, debería prevalecer sobre cualquier otro tipo de juicio inferior. (De las leyes del gobierno eclesiástico, Libro V, 8:2)

 Vemos en este texto de Hooker que la Biblia tiene preeminencia entre las fuentes de la teología. Nada y nadie es igual a ella por ser la Palabra de Dios escrita. Algunos aspectos de la fe cristiana vienen de la Biblia pero no encontramos su terminología en las Escrituras. Para Hooker , el mejor ejemplo de su método se ve con la doctrina de la Trinidad.  No hay en la Biblia ninguna explicación de esta doctrina.  Sin embargo con la evidencia de la revelación vemos que el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios; mas no son tres dioses, sino un solo Dios; por tanto, Dios es Tres en Uno y Uno en Tres, la Santísima Trinidad.  La Iglesia estableció la doctrina con su autoridad eclesiástica (en múltiples ocasiones)  porque se deriva lógicamente del contenido bíblico.  

Mejor que repetir la leyenda de  la banca, quizás deberíamos enseñar el método teológico juqueriano paso a paso:

  1. Leer la Biblia.
  2. Aplicar la lógica.
  3. Aprender lo que la Iglesia ha dicho antes.
  4. Hacer síntesis sin contradecir 1,2 y 3.

No es un método perfecto porque lo realiza el ser humano que es imperfecto, sin embargo es un método más fiel a Hooker y más anglicano.

“Be it in matter of the one kind or of the other, what Scripture doth plainly deliver, to that the first place both of credit and obedience is due; the next whereunto is whatsoever any man can necessarily conclude by force of reason; after this the Church succeedeth that which the Church by her ecclesiastical authority shall probably think and define to be true or good, must in congruity of reason overrule all other inferior judgments whatsoever. “ (Of the Laws of Ecclesiastical Polity, Book V, 8:2)

viernes, 12 de junio de 2015

La Confusión teológica: Ramas sin raíces


Yo soy la vida, vosotros los pámpanos...
separados de mí, no podéis hacer nada
Cuando el Señor dijo “Yo soy la vida y vosotros los pámpanos” dejó el mensaje claro que no podemos vivir,  mucho menos ser fructíferos, aparte de él.  Es una lección importantísima que se aplica a la vida de la iglesia y a la teología también. Sin embargo muchas veces parece ser la lección que menos queremos aprender.

Es fácil enredarse en los temas y controversias del día y uno observa mucha confusión. Pero bastantes veces es una confusión innecesaria (incluso necia) a causa de nuestra ignorancia de las raíces de la fe.  Anglican comprehensiveness (inclusividad anglicana) casi siempre es la excusa que proferimos para encubrir cualquier idiosincrasia y la falta de conocimiento de las raíces de nuestra fe.  

No obstante, la verdad es que no tenemos excusa, pues para nosotros los anglicanos no hay ningún misterio sobre nuestras raíces teológicas: Dios encarnado en Jesucristo es la raíz de nuestra fe.  El mensaje de Cristo se nos trasmite en las Sagradas Escrituras que son la Palabra de Dios escrita. La interpretación de estas Escrituras, en cuanto a lo esencial,  se nos explica en las enseñanzas de los credos,  los concilios y los teólogos de la antigüedad cristiana de la manera en que llega a nosotros a través del síntesis de reforma inglesa (entiéndase aquí el Libro de Oración Común y los Artículos de Religión).  Esto es el anglicanismo tal como lo describe el obispo y teólogo Lancelot Andrewes: Tenemos una Biblia que Dios mismo hizo escribirse, dos Testamentos, tres Credos, cuatro Concilios Generales, cinco siglos con los Padres de ese período—los tres siglos antes y dos después de Constantino—que determinan los límites de nuestra fe. No son límites arbitrarios sino el consenso de la Iglesia cristiana antes de sus lamentables divisiones. Son lo que todos los cristianos tenemos (o deberíamos tener) en común.
"Una Biblia,
Dos Testamentos,
Tres Credos,
Cuatro Concilios,
Cinco Siglos..."

Por tanto, en los asuntos teológicos podemos hacer las siguientes preguntas: ¿Qué dicen las Sagradas Escrituras? ¿Qué dicen los Credos y los Concilios? Y ¿Qué dicen los grandes teólogos? ¿Qué dicen los Artículos de fe? De esta manera evitamos cortarnos de las raíces, porque, como lo dijo Cristo,  separados de mí no podéis hacer nada.

miércoles, 10 de junio de 2015

San Bernabé, Apóstol: Ocasión Anglicana, Ecumenica y Chipriota

Ya viene la fiesta de San Bernabé Apóstol (11 de junio), ocasión sumamente anglicana, ecuménica y chipriota a la vez.
 Es anglicana por ser fiesta mayor, sólo inferior en categoría a las fiestas de nuestro Señor Jesucristo, en el calendario del Libro de Oración Común. Durante la reforma inglesa se suprimieron una cantidad grande de conmemoraciones que encubrían a las festividades de personajes bíblicos y apostólicos como Bernabé. El arzobispo Cranmer quiso elevar el honor dado a los Apóstoles y figuras del Nuevo Testamento por encima de hombres o mujeres de los tiempos más recientes, pues gozaron de una vocación única y permanente en la dispensación cristiana.  Bernabé en particular tiene muchísima importancia para los anglicanos por ser “el hijo de consuelo” que identificó a San Pablo para abrir la obra misionera entre los gentiles y lo animó y apoyó en esta tarea.
Templo compartido por ortodoxos,
anglicanos y católicos romanos en Pafos, Chipre
(c) 2011, J. Lynch
Es fiesta ecuménica por conmemorar los cimientos apostólicos de toda la Iglesia cristiana, especialmente para las ramas que han mantenido la sucesión ministerial con la imposición de manos que comenzó con hombres como Pedro, Pablo y Bernabé. Por ejemplo, la Iglesia Ortodoxa de Chipre ve en Bernabé su primer obispo y fundador apostólico, tal como lo dicen los Hechos de los Apóstoles. Cada templo ortodoxo en la isla posee una sede episcopal encabezada con ícono de este apóstol. Los católicos romanos también observan la fiesta de San Bernabé el 11 de junio como nosotros los anglicanos y tienen un ministerio en Chipre con buenas relaciones con los ortodoxos. Hay iglesias anglicanas en Chipre (¿lo sabía usted?) que también gozan de buenas relaciones con la iglesia chipriota.  De hecho en un acto magnánimo, la Iglesia Ortodoxa de Chipre ofreció la basílica cristiana más antigua de su país para el uso de sus hermanos católicos romanos y anglicanos. Los tres grupos del cristianismo histórico presentes en la isla comparten un mismo templo y un mismo y único Señor.

viernes, 5 de junio de 2015

“Escena familiar: ¿Defecto genético o virus mental?”


“Escena familiar: ¿Defecto genético o virus mental?”
En mi casa sufrimos de un fuerte mal de familia. Describo lo que suele pasar en cualquier día y en cualquier hora en nuestro hogar:
¿Será mi casa?
Desde el sofá o la silla, en el silencio de la casa,  levanto mi cabeza, miro al frente y veo a mi amada esposa. Con libro en mano está leyendo.  Giro la cabeza, mirando al lado y veo a mi hija, la niña de mis ojos. Está leyendo y tomando notas para su blog.  Sólo bajo la cabeza para confirmar que yo también, con texto en mano, padezco del mismo mal. Lo peor es que para este mal no hay remedio.

lunes, 1 de junio de 2015

El himno triplemente anglicano: "Santo, Santo, Santo, Dios Omnipotente"


Rvdmo. Reginald Heber
Rvdo. John B. Dykes
Muchos habrán canto el himno “Santo, Santo, Santo, Dios Omnipotente” para el domingo recién pasado.  Es uno de los cantos más tradicionales entre evangélicos y protestantes de habla hispana.  Lo he encontrado en todo tipo de himnario: adventista, mormón, bautista, metodista y más allá.  Su alto valor se deriva de su carácter poético y de sus alusiones bíblicas.  Aunque algunos creen que es de Marcos Witt, en verdad es un himno doblemente, hasta triplemente, anglicano.


Rvdmo. Juan Bautista Cabrera 
¿Triplemente anglicano? Así es. Este himno es triplemente anglicano porque, en primer lugar, su autor fue  Reginald Heber, un prodigioso genio de las letras desde su infancia y obispo misionero a la India en los 1820s. Escribió un himno para cada domingo y día santo establecido en el Libro de Oración Común.  Sus himnos todavía se encuentran en casi todos los himnarios de habla inglesa sin importar de qué denominación.  “Santo, Santo, Santo, Dios Omnipotente” es el himno que escribió para el Domingo de la Trinidad. En segundo lugar, el texto castellano que todos conocemos es fruto de la obra de otro obispo anglicano dedicado a las bellas letras, Juan Bautista Cabrera.  Cabrera también produjo gran cantidad de cantos, escritos traducciones y poesías propias. Cabrera fue líder de la  “segunda reforma” española y primer obispo de la Iglesia Española Reformada y Episcopal. En tercer lugar, la tonada del himno,  que se llama “Nicea”, es obra del sacerdote anglicano y  famoso compositor inglés John Bacchus Dykes.  



¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Señor Omnipotente,
Siempre el labio mío loores te dará; 
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! te adoro reverente, 
Dios en tres Personas, bendita Trinidad.
 
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! en numeroso coro, 
Santos escogidos te adoran sin cesar, 
De alegría llenos y sus coronas de oro 
Rinden ante el trono y el cristalino mar. 
  
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! la inmensa muchedumbre, 
De ángeles que cumplen tu santa voluntad, 
Ante ti se postra bañada de tu lumbre, 
Ante ti que has sido, que eres y serás. 
  
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! por más que estés velado, 
E imposible sea tu gloria contemplar; 
Santo tú eres solo y nada hay a tu lado, 
En poder perfecto, pureza y caridad. 
  
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! la gloria de tu nombre, 
Vemos en tus obras en cielo, tierra y mar. 
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! te adora todo hombre, 
Dios en tres Personas, bendita Trinidad.