viernes, 22 de febrero de 2013

¿Serán Muchos Ustedes?

Algo breve--


Todo blog es un ensayo, un intento de reflexionar y compartir con otros. Aquí trato de pensar en ideas que puedan hacer que otros también reflexionen y compartan. Pienso que eso es parte de proclamar las buenas nuevas de Jesucristo y de pastorear su rebaño. Gracias a todos los que están leyendo y reflexionado conmigo.

 
Me ha parecido interesante aprender de dónde vienen ustedes. Pienso que algunos de ustedes también querrán saber de dónde son los otros lectores de este blog. Según Blogger, los lectores vienen de los Estados Unidos, Honduras, Alemania, Corea del Sur, México, Colombia, Francia, el Reino Unido, Indonesia, Italia, Argentina, Canadá y Guatemala. ¡Qué grupo más cosmopolita!


Esta buena noticia del reino se anunciará en todo el mundo, para que todas las naciones la conozcan... (Mateo 24:14a)
 
 

miércoles, 20 de febrero de 2013

¿Qué es, pues, el clero?: Una Nota para las Témporas

Las Témporas son periodos de oración por los ministros de la Iglesia que ocurren en las cuatro estaciones. En años pasados fueron también los días en que se ordenaban los nuevos diáconos y presbíteros. Lo que sigue es una reflexión para estas Témporas--
¿Qué es, pues, Apolo? ¿Qué es Pablo? Así pregunta el autor de la primera carta a los corintios. El Apóstol dice que son servidores de la fe, mensajeros del evangelio de Cristo a través de los cuales los creyentes han escuchado del amor de Dios. También explica que son como jardineros que plantan y riegan. Son empleados del verdadero dueño del jardín, el Dios Creador. Ellos sólo hacen lo que el Jefe les dice--plantar y regar, plantar y regar. Dios es quien hace crecer a las plantas. Después San Pablo se compara con un albañil encargado de contribuir a la construcción de un Templo. Puede idear cómo construirá sobre el fundamento pero no puede cambiarlo porque el fundamento es Cristo.
 Asimismo pregunto: ¿Qué es, pues, el clero? ¿Qué son los obispos y los sacerdotes? Los clérigos debemos decir lo que dijo San Pablo de sí mismo ¿Qué somos? Somos servidores y ministros de Cristo. No somos ni los jefes, ni los dueños del jardín de Cristo: Jefe y Dueño, sólo lo es Dios. Cualquier fruto que cosechamos en el ministerio es para Dios y le pertenece. Él nos recompensará por el trabajo según lo merezcamos y nos castigará si le quedamos mal. También deberíamos acordarnos de que otros estuvieron sirviendo en el jardín de Dios antes de nosotros y que otros vendrán después. No hay otras bases que asentar. Cristo es la base y el fundamento. El único que durará para siempre en la Iglesia es Cristo, su Cabeza y Señor. Debemos ser fieles a lo que él nos ha encomendado. Él es quien llevará el proyecto a cabo, no nosotros. Él es quien merece el honor y la gloria de todos los logros de esta vida, pues esta también le pertenece.
 
Qué es, pues Apolo? ¿Qué es Pablo?... ¡Servidores, por medio de los cuales habéis creído!, y cada uno según lo que el Señor le dio. Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien dio el crecimiento. De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada cual recibirá el salario según su propio trabajo, ya que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios. (1 Corintios 3:5-9)

 

miércoles, 13 de febrero de 2013

Miércoles de Ceniza

Hoy empieza la Cuaresma, los cuarenta días de preparación para la celebración de la Pascua Cristiana--la Pascua de la Resurrección. Al primer día le llamamos Miércoles de Ceniza, pues siempre es miércoles y es costumbre imponer ceniza en la frente o en la cabeza. Antiguamente fue el tiempo de prueba de los que se preparaban para el Bautismo y luego de los que habían recibido la prohibición de recibir la Santa Comunión por haber negado la fe en público.
 
Los curas siempre recordamos a la gente que la Cuaresma es tiempo de ayuno, de abstinencia, de actos de misericordia y de autonegación. Por tradición se limita la carne que uno consume, especialmente los viernes. En el mundo anglosajón tenemos costumbre de dejer algo que nos gusta: los dulces, la Coca Cola, el ice cream y otras cosas de ese tipo. Todo esto--desde las cenizas hasta el abandonar el chocolate--tiene un valor propio. No lo menosprecio. Sin embargo siento cada año que vale la pena insistir que si el ayuno y la autonegación no nos llaman a la conversión, no es nada más que una dieta con tintes religiosos. Los profetas y el Señor mismo criticaban a la religión de labios si no viene acompañada por al arrepentimiento sincero y una búsqueda auténtica de Dios.  Hemos de dejar el mal y el pecado y dirigir nuestros corazones hacia el Señor. Ojalá estas disciplinas cuaresmales nos ayuden a consagrarnos más a Dios.


Procuren estar en paz con todos y progresen en la santidad, pues sin ella nadie verá al Señor.  (Hebreos 12:14)

¿No saben cuál es el ayuno que me agrada? Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo. Compartirás tu pan con el hambriento, los pobres sin techo entrarán a tu casa, vestirás al que veas desnudo y no volverás la espalda a tu hermano. Entonces tu luz surgirá como la aurora y tus heridas sanarán rápidamente. Tu recto obrar marchará delante de ti y la Gloria de Yavé te seguirá por detrás.  (Isaías 58:6-8)
 
Sométanse, pues, a Dios; resistan al diablo y huirá de ustedes; acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Purifíquense las manos, pecadores; santifiquen sus corazones, indecisos. (Santiago 4:7-8)


 

lunes, 11 de febrero de 2013

Pontificando sobre el papa

Normalmente no es buena idea pontificar sobre los líderes de otros grupos religiosos... pero siento cierta libertad para hablar del papa Benedicto XVI.
Soy admirador de Joseph Ratzinger. He estudiado sus escritos teológicos a fondo, pues actualmente estoy preparando mi tesis doctoral sobre la teología ratzingeriana. Como teólogo no tiene nada que menospreciarle. Ha escrito una gran cantidad de textos que serán leídos por mucho tiempo. Es erudito y perspicaz en su análisis de las Sagradas Escrituras. (De hecho recomiendo que todos lean su trilogía Jesús de Nazaret.) Ha mostrado el vínculo esencial entre la fe, la razón y la caridad y ha proclamado el amor de Cristo como el centro de la fe. Posiblemente lo que hace con su dimisión es enseñarnos de nuevo que ningún puesto eclesiástico es absoluto. Ningún obispo es permanente--hay exigencias y hay límites a toda responsabilidad pastoral--sea el cura de un pueblo u Obispo de Roma.

lunes, 4 de febrero de 2013

Para Muestra, Un Botón

La vida del cura es como la vida de cualquiera otra persona. (Mi esposa siempre me recuerda que los curas somos hombres comunes) Como en la vida de todos, hay momentos tristes y  momentos alegres. En un lapso corto se  experimenta tanto la alegría como tristeza, se regocija y se cansa. Durante el fin de semana experimenté dos momentos que pueden ser una ventana a la vida de los sacerdotes. Pues, para muestra, un botón...
 
El viernes murió el esposo de una feligrés. Me llamaron cuando estaba en sus últimos momentos, traté de ir lo más pronto posible, pero cuando llegué ya  había pasado a la otra vida. Pude orar con la familia y acompañarla en el hospital un rato. Debo decir que siempre es un privilegio confortar a una familia en  tiempos difíciles, especialmente en  momentos de duelo.
 
Por otro lado, el domingo experimenté algo inspirador para cualquier pastor. Durante la clase de confirmación, cuando todos se veían aburridos y cansandos--quizás más listos que nada para ver el famoso SuperBowl--recibí el siguiente comentario--"Nunca quise confirmarme. No lo deseaba, pero cuando llegué a esta iglesia y escuché las homilías decidí buscar más las cosas de Dios..." Para mí es muestra de que Dios actúa a través del ministerio parroquial. Significa que lo de día a día y semana a semana vale la pena y por eso doy gracias a Dios.

Lo que tengáis que hacer hacedlo de corazón, como sirviendo al Señor y no a hombres, convencidos de que del Señor recibiréis como recompensa la herencia. Servid, pues, al Señor, el Mesías. (Colosenses 3:23-24)